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Algo de esperanza
El Statu Quo
Para tus cabellos, el arduo azabache,
(también podría importar un pullover sin senos)
argumentos en
zarcillos y de oro, hasta que acabes
múltiple, o
serena, y de tu tristeza, el lapislázuli.
(o esas
toallitas en días de cabeza con dolor):
Por eso: Para
tus delicias: filitas blancas
O tal vez mejor,
una concreta capa de laca,
un pañuelo de
algodón.
Y si preguntas
por qué ay: sábelo: es que no fui tu padre.
Sólo el desierto existe anfiteatros
esculpidos que
contengan tu equilibrio
desequilibrado. Privados
donde los dioses
cometen su
jolgorio. Todo lo rebasas cuando detenido
como cien años,
no ciertamente
todo todo, sólo lo rebasable
cuando en brusco
retroceso
ya la medida no
abarca, y desarma como tu sonrisa
como ese tren
que te arroya, ese arsénico que redime.
Por ti los dioses construyeron Nazca.
No pequeño logro, ¿verdad,
más aún: cuando seguro que no existen, del lado
de acá de la ceniza
del lado acá de las palabras.
Dónde, cautiva, si
no a la estancia
colores
minerales, a la cama, olores sabios,
dolores
olvidados, sí, dónde?
esas palabras producen el desastre en anticipo
al destierro? detrás del rellano? en las arenas?
aquellos lugares donde cometen fechorías
al amor y
desquiciados o torturas crecerán sin límites
y el sudor
secará las alegancias mas no el destino transparente,
esas locuras
como sapiencias de la especie
su confort
quedará tan fácil / tan al predecir orgasmos,
al aventurar las
sombras en los pasillos
o maremotos / y
residual, y cansado: como si la destrucción
fuera el
objetivo.
La roca de
alabastro algo que hacer
el polvo de
olivillo matando el tiempo
sus mutuos
desolados pisando las
arenas movedizas
rocas de cuarzo
( ) sostenes del deseo y fijaciones
túneles de
ciegos, registros en los armarios
en los bancos de
ese parque
volverán la vida
que prolonga, lo más cierto
el surco que
contiene la zozobra,
ese ir y venir
de los reservados al íntimo privado que concreta
no más pero
tampoco menos
por no tomar
precauciones
por pura
insistencia / en el desfase
así la historia
repita el fuego y la congoja.
Nuestros
encuentros, / en pedir aquello sugerido, /
no hay dolor, ni
en dar lo que el destino exige.
En darse está la
zozobra. La manera de atrapar.
Escurrir los
avatares o más ambiguos ventisqueros del asunto y doblegados
como trama
siniestra, como cerrado por dentro
a machote en lo sutil de lo posible
las quedas del
tiempo, domésticas costumbres bajo
la misma colcha
y mismas esperas.
Tiempo de
vocales y cuidos
pulir asperezas, llamado de trocas
monotonías horizontes en vela.
Aquellas notas a
la rápida, esas necesarias
como preámbulo y
desbarranque
Afinar el paso, insistir mientras puedan,
conocer que lo demás son deberes,
penosos y
deberes, y solo perpetúa quien reparte
un tiempo para
el olvido y las penurias.
Como ay, asímismo.
Que el sueño sea
el barniz y adentro
la angustia, la
destrucción, lo absurdo
de lo real
regidos por serios payasos que acaparan
lo trágico y
llenan los campos: de concentraciones
y de ayes.
Sueños de ocaso
detenido
encuentros
alargantes como el norte
noche de
relámpagos y de manos o de lenguas y destinos.
Continuaremos encontrándonos y desencontrándonos
Continuaremos encontrándonos y desencontrándonos
permaneciendo y
anulándonos
como esa forma
de las nubes y la tormenta y la calma
y así, húmedos o
secos, hasta desaparecer.
El desierto. La
pampa, tantas veces dos
tanta oficina. Trata
el entorno o al menos esa parte
de él, la
más histórica o irían juntos al Local
a la cama, a las
acogedoras arenas afuera de la carpa
¿Me ayudas a
redactar el informe?
No
Esta noche estoy
comprometida
ah y mañana?
Tampoco.
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