Otra vez la luz. Otra vez lo oscuro
Completo desorden Geografías
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Diversiones
Mesuras
fastidiosas en el tiempo espacio:
Precisiones muy imprecisas
Precisiones muy imprecisas
Como si dejos quisieran imponer una luz
próxima al derrumbe, y desde muy adentro, advertir,
desde lo externo, allí, en el límite mismo
de lo cercano,
como, y venida,
desde raíces maliciosas,
cuando ya no + la
esperanza, o el olvido
De aquel ya en
tinieblas, sus playas
torpes a más
sombras y concurrencias
ni los escurridizos
limañes murmuran acogidas,
porque el
silencio es comparable a rocas dispersas,
porque en los
crujientes huiros han quedado
marcados los
sueños como nidos de silencios
o loros con
alambre de púas:
amapolas
sorprendidas, y cabizbajos, a título de escopeta
porque en la
fogata cubierta por nubes temerosas
bajo el
sinuoso camino del olvido o en los vientos
las ágatas obscuras
su olor de
cascada ida, de redonda como la luna
Nada con el pecado
Y un enviado, a
flor de espada y madretiempo / en la crisálida
las sombras
hambrientas
la resultante de
temores o ruegos unánimes
donde el límite
lo seduzca
Cuando acogía
polvoriento,
los
barracones y boleros y miradas que guardian:
huidas arenas
negras serán propicias
y acogerán en
los descendientes
entre el ir
de la cortaplumas pinchando
entre los
dedos hastiados
entre esas ralas
cálidas experiencias de metal y cansancio
sus gritos,
para ti torpes y lacas en cenizas y el temple
y sus más
profundas necedades amadas,
o muñecas
robots sin corpiños ni decencias
más allá del
estero y el buenos días
entre cerros,
como el silencio,
la duda, las
más huidizas carcajadas al centro:
el esplendor
del espejo, las aladas y viciosas
visiones gélidas
perpetuarán para siempre
Oh, mensajero, y trucos y clarines, oh sueños
la contusa muralla y su destiemple
esas multi condiciones obscuras del olvido
la certeza de lo futuro y escrito aquello tan incierto
porque nunca termina de pasar a pesar de las arenas
En el
somnoliento camino a la duda la repartida,
la
samaritana,
el aroma que
enhebra de encajes
o en las
algas tostadas de su risa, y las ciertas pecas
las cruces verdes
esas lomas de palo,
la canción,
los rulos, juntos navegando
el barco de
concreto armado sin guía
los desatinos
y tinieblas que indaga
más allá del
espejo de plata, más allá de la bamba
sus tiempos
de agua refleja en el resplandor,
en la
tontería
en la
espesura, abierto a visiones de futuro
El ángel de la
serpiente, y como celajes
como
certidumbres, como tachuelas romas,
permanece
señalando o niegan
o ese anillo
sabio que perpetra desazones
O cuando de
un río a otro destino por entre platos
entre costalazos
en la zarzamora
entre piedra
pulida: aguas de estúpida sabiduría
sobre derrama
su llamado, su dedo acusador,
y hasta la
poza misteriosa de inquieto vaho
sucumbe en la
blancura
y muestra
muslos y redondeces y cortedades
bajo la quieta,
esa densidad de flacura,
la flor de la
pasión anuncia en el alto
juntos: tristezas
cuajadas al pie del cerro maqui
esa corona de
barro
esa estela de
sauce conyugal
su inocencia
de linterna prometida
de barajas
con fiebre y trancos de mula
sus rondas y
silencios se alarguen
y te harten
para entonces
Ruido de los rayos, de sus cenizas,
y de verano lo más incierto en parvas cumbres
cuando todo
parecía verdadero
una ausencia sin
recuerdos ni nostalgias
Donde en las
cancaguas, esos cálculos no hechos
se junten renovales
o derrámanse sobre
cercos y fueron
y renazcan de la Plaza Mayor
gritos olvidados
como chilcas culpables
como llamados
perdidos de atención
y se hiervan
tus huesos en la visión deslumbrada
como si la
escurridiza aún espera
aún
permanecieran sus derivadas
deseos debajo
esas coordenadas / esas faldas
esos cúgenes
ensimismados
esos nunca
bien raídos momentos en el tiempo
El arco iris ciego a los deseos, y como pavo real renuente,
y transformado en la ansiedad del secreto
en la costumbre
de lo caótico
donde no pueda
la práctica repetir aunque la llamen
Que allí
entre surcos, donde la antracita
plegarias
elevan hacia el continuo
entre promete
y rechazo / o de la tristeza abierta
a la hulla
impávida
esos piques,
esos piques esos juegos oscuros
esos copihues
derramados / esos “la más cauta certidumbre”
techos de
cielo abrirán otra vez sus lunas
sus negros
pantalones rituales / rojos chales tenebrosos
recuerdos en
señal de acogida como gin
como ninguna
duda tengas se unan los reflejos
desde los
cansancios hasta los aciertos para ser
una sola raíz
una sola plegaria
que renaciera
los olvidos arrasados, las lagunas,
y ya no te
espere / ciertamente: ya no te espere
El bullicio de los piques abandonados, las calles
sin salida, el sanjón que corta y encierra
el viento de esas
cumbres ni glaciadas
ni el tiempo sin
eterno ni retorno
De las arenas
últimas y primeras,
desde sus
atormentadas castañuelas su voz
blanca y
perfume / tersa y primitiva
su poco
destemplada
la explosión
de esos iris rítmicos
o en el relámpago
de colchones humedecidos/ ojos bizcos
extraños
ritos en el sofá
esa danza,
esa danza, esa danza,
cuando ya no más
risas ni racontos
renueva la
promesa / húmedos en rezos
como pedazos
de tiempo en congela
en lavas que no
maúllan,
en el centro
del tiempo sus
faldas en huidas
no pudieron
ser, ni perpetuarse
El estruendo de olas ausentan, o caricias de usanza
hacia la espera hacia la pauta o pentagrama
o el retorno de
la cordura o la definitiva huida de la sapiencia
Alejamiento
de aceitunas y luz de morena
que sólo ella
abriera y cerrara
como
sugiriendo un destino un arcoíris trucho
como si en el
mismo azar
su cansancio impusiese
la deriva
su rosa aceituna
a un tiempo de huida agotada
que sólo ella
lianas y corduras como
pactos
hambrientos: oquedades secas y cortadas
que sólo ella
acogiera esa perplejidad de paso
y en sus
simas / y en agostas de ahíta torpeza
secretos sedientos
a su palabra deshecha y cauta
sus trenzas
profundas
anhelos
tenebrosos, surcos de palmeras
luces de
gomeros, cansados, manos expertas
lengua de
virgen ajada y conmovida
Pero ya no hay
tiempo.
Ya no hay
tiempo.
El tiempo agota.
Y termina la
esperanza y comienza la espera:
y el presente
diluye cuando cuaja el oprobio
y por lo demás, no
es una opinión poco confiable,
el motto de alguien
amar como demasiado impreciso
para destruir a
Cartago.
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