lunes, 14 de noviembre de 2011

16 En el ara: Intermedio I: cuando el curso aún no afirma del todo su delirio pero se sabe el derrotero

                 
                                                          V

              El vuelo sobre las aguas: La sima poderosa       








Getsemaní





16

En el ara

Intermendio I: cuando el curso aún no afirma del todo
su delirio pero se sabe el derrotero 




Incierta promesa de dorados inconclusos
como esas frutas en otoño
/ esos también de los espacios en trance: de sudor y sangre
marcados para angustias dudas cuando entrando
en la agonía.

Huertos de espinos a destiempo o esperanzas hace
tiempo ajadas / tejidas zarzas de coronas,
una frustración de las hipérbolas,
o cantasen la cordura de tu amor a los hombres.
Ya figuran esa cama del alambre.

Tejidos estrategas de estado y dominio.
Esa quietud tensa en las afueras.
Mayores conectados a la mano.
Como golpes destacados en la noche.
Dínamo que el Capitán dirige a la hora de los postres.
O también ocurriese en la España: tinieblas,
locuras, destiempos, pero la primilla nada sabe
siguiendo su diestra sabiduría
o responde evasivas sobre el historial de su título.

Ya presientes la jauría, la amaestrada marcha,
ya los nuevos coroneles
ya desatan su estiércol renovado,
ya su desenlace presto, su amor como daga.
El altar inquisitorio
porque han dicho que tus níveas
tus níveas sienes demoradas
tus sienes de aroma y renovados:
intrinsicidades perversas ya le dicen
desatinos y locuras
necesitan aplacar en tu cuerpo
tu cuerpo de virgen / de futuro
sus demonios pavorosos.

Ya el sudor ocre, bien parida mal desnuda
cae en las mejillas, los campos desolados, en el aroma
avizoras tu extenso puro / machacado / tu incierto
la corriente que atraviesa
ya contrae.

Ya el Augusto se ha dormido, y sueña
la mano clama la amnistía de incontritos
porque nunca ha pasado nada
ni tú fuiste inmolada
ni en el ara ni en la espiga
ni jamás, tú, la más sagrada de las promesas
existieses, salvo las ventajas que acumulan
porque tu hijo ya otra vez
ya colgada la calavera
ya las risas, ya las sombras,
ya las hojas que se mueven como ahítas.

Los corvos de juguete,
los tanques de chocolate,
las mesas de convicción sus plomos
estratégicos despliegues: Las nuevas dinastías,
las derraman sangre sobre valles
ya Moloch nuevamente nos vomita.
Ya gritas que aparten de ti ese cáliz.

Y penetra en tu virginal, desollado y triste
el miedo del General Delegado
tampoco sabe nada
hurgando tus entrañas de esperanza malparida
ya la sangre destapa a noticias
como en sueños, como en borracheras,
desde los desiertos calcinados en la cruz de tu once,
la historia velada y esparcida
altavoces, para que tiemblen,
para que hasta los glaciales estupefactos
al tamaño de tus once dolores.
Ya está tu cuerpo predispuesta
desnudo esplendecente desgajado
como trapo estercolero
níveo y oscuro, y de rojo
cruzado sobre el ara ante los nuevos salvadores y jaurías.

Ya se acercan.                  










             
                         

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