lunes, 14 de noviembre de 2011

9 Brumas: El quid de la cuestioncita: Asaz incierto

               
                 




9

Brumas

El Quid de la Cuestioncita: Asaz  incierto





Tus dedos, larvas del conocimiento,
o esos naipes extraídos con la torre siempre al medio
cuerdos, cuando laboriosos los teclados a tu influjo
esa figura de cabeza donde danzan las sombras y
las llaves / in explicable jadean y
la música:
pierden su destreza las consignas.

Las tardes en que te expiaba ese bullicio
de los recreos
y, cuando dejabas ir al casino
el dominio de tu extraña sonrisa,
a veces una carrera. Hasta el día del encuentro

todo pareció fortuito.

Tu pelo,
azabache si teñido,
maqui cuando retocado,
y aún donde explicas algo que ya casi nadie perpetúa
estilando en Las Perdices, completamente estremecido
el arrayán sagrado, las hojas del entorno,
la certidumbre que el espacio: no daba tregua.

La transparente precisión de los silencios.

Producía el mismo efecto que los exámenes.
Como los fulgores o vetas de antracita.
Dos pasos que adelantan. Otro que percibe.

Tiempo de reforzar las certezas, los repasos,
esa biblioteca llena de silencios cansados.
Tus ritos esculpidos en la más cierta mirada
ausente y faldas quietas.

En recuerdo de pasadas edades.

Dos promesas de parvas sorprendidas.
Dos volcanes esperando por misterio.
3 arriba tocan, 9 abajo bailan.

El centro nuclear de los encuentros
como fortuitos,
o a veces como regresión o a veces como
sorprendido vértigo, como distribución
no tan normalita.

Las baldosas de acecho, los peldaños
marcaban las distancias,
compromiso de más repetidas devastaciones,
de un silencio quieto, predestinado,
o la misma torpe repitencia, si la certeza
huye tu camino hacia la semana entrante.

Una crítica roedora de ratones.

Tus piernas si en la danza, cuando las presentaciones
de teatro,
o tus muslos cuando tiritan,
tu oscuro desacato representando delante,
concentrando miradas,
como magnetos en simulado descuido o
vida desplegada como mirra,
como oro, como incienso en la retórica del signo.
La sala de conferencias llena,
los aplausos.

Miseria de ésta y de la otra.

Tu cuerpo que fue de incierto,
que fue tanta duda, tanto Exorcismo primitivo,
tanto Rito que una, como uva y besos,
como torturante y torturada,
o patatas en saco de patatas,

la certeza.

Bien. Bueno.
Te acompaño.
¿dónde dejaste la citrola?

Pero habla. / Di algo.
No me gusta hacerlo si callada.

Necesitas que te digan lo que sienten.

Habla huevón o te dejo.

Coñó.    Carajo.
              habla

Ya, no jodas.





          
                

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