Completamente despistado
La situación más probable
Por ti conjura
los vientos: esos
que a veces ni
siquiera esparcen.
Allí donde la
nada permanece y la certeza agota.
Sillines y
cadenas entrenando para la vida.
El poderoso
espacio negro: ¿existe si fuera blanco?
La existencia es
la espina sagrada de la metafísica
y la metafísica
el romadizo del idioma:
La corazonada
vivificante o destinada al sacrificio:
¿El llamado del
fuego? La raíz del agua.
Exorcismos de
primera, sacramentales y
puros, o eterna madre,
en las luces que refleja.
Un espejo. Un
espejo.
El reflejo
mostraría lo insensato.
Andar a la cola
del propio hedor como rechazando la maravilla
/ del encuentro
o implorando se ejecute el aroma de la muerte.
El viento de la
tierra.
A renovar todos
los huesos desterrados.
¿Dónde están? ¿Quién
responde?
¿Por qué esa
enorme marea de agujas?
Ah, si pudieran
amar, si pudieran reunir, sin que lloren
los mártires
esparcidos, los “el hasta ahora desencuentros”.
Esas franjas del
oprobio:
Larga y angosta
como inconsistencia, como recibiendo
un mandato de la
zarza, así, en el más helado deseo
exterminar un
color
reducirlo a
ventajas sagradas en parcelas familiares
o cuentas
secretas.
Encuentros
casuales en el metro.
Conversaciones
de terratenientes esclavistas ya tan pasados
de moda que aún
nos incomodan: sus adivinanzas
y juegos de
palabras:
¿Será cierto?
Porque si decimos:
Torbellino del
oriente, del mar consumido,
su combate surte
de cadenas, su paso, cuando resacas amarillas
o como rito en
olvido / de la luz, y otras ventajas innecesarias,
o su condena
busca dónde recostar,
tal vez por la
soñolienta callejuela de Londres,
¿cerca de San
Francisco?:
Se abren como
cavernas:
Allí donde gritos
de agonía o quejidos de placer
después que la
merca, no como sagrado ofrecimiento
donde las gradas
han desaparecido
ante esa luz tan
fuerte que viene de las sombras:
Destino, ulula,
quejido de la cumbre y
caminos como
raudos o pesadillas de vuelo,
como humo
rechazado hacia las piedras y los retablos
donde se empoza
la avaricia o escurre el desánimo
o el rescoldo de
una zarza los desvía para nuevas marejadas:
¿gozas? las
calles capitales, las abandonadas minas,
uniones hasta
en las miradas, las bóvedas más secretas,
o perturba el
democrático smog, las conciencias más vacías,
ni mesas las
armas, las reliquias, esas camas y más delirios
Porque el humo de la carne es más poderoso que el humo
de lechugas
no prepara
despedida nueva, despedida que trajera encuentros
como si ningún
conjuro active los espejos
donde su odiada
y él
¿sangre de
futuro, ensambles insensatos?
o sucumba la
visión, pudieran renovar el desajuste.
Pudieran
arreglar un buen diluvio: aventar
los ángeles
lascivos para siempre.
Pero + sencillo,
y tal vez, se fueran a Cachaguas
donde lo
imaginario hace real
y allí, entre
polvos, sobre la arena renuente,
igual que en
Renca, y otros deseos pulverizados,
o la Pellugüe de
negras heredades.
Porque en todas
partes pasa.
Aunque nadie conjure
o pretenda.
La base de la
vida, you know, la ceniza.
Ese sahumerio,
el que nunca cesa
las formas a
recomenzar en nuevas pieles, viejos andamios
la vida
discurriendo sus imaginarios reales: sueños y desastres.
O los velos
protejan las cabezas y esos espíritus en busca
de la carne
reciban su merecido.
oh, brisas
azules, del color de la ternura,
y del odio más
interesado en ganancias,
carencias rojas,
negras murallas blancuzcas
donde la imagen
refleje la desdicha.
Donde ella,
cautiva, urdida de tiempo,
retorne en la
redonda nada que agota, la cordura cuadrada,
para cubrirse
un poncho de
vicuñas rezaga y sostiene
como en actitud
de encuentro,
como rosario del
perfume de las rosas,
un colaless en
la imagen que se rinde,
un puñal
estricto,
desenlaces en la
cascada de nieblas
oberturas a
campo traviesa,
mantos de ovejas
mapuches
USA camisetas
mojadas.
Corona un trarilonco castizo,
desnuda un corvo de soledad.
Va con falda sobre los yeanes.
Cubren sus alas
de costumbre,
exactamente
como siempre
ocurre
en noches de
lágrimas y de tristezas / a la luz de la Luna.
O vayan tal vez
a consumir hot dog y cola con tomate.
¿Quién sabe?
¿Quién responde?
¿Tres de queso?
No, prefiero vitaminas.
¿Cuidas tu
figura?
ni tanto
Pero ya cansados
de subterfugios.
Cansados de
vagas miradas.
Secretas
costumbres.
Muy, pero muy bueno...:)
ResponderEliminarHola Ana. Gracias por visita y comentario. Ánimo me das: que ando medio necesitado de él. Gracias de corazón.
Eliminar(Y debo confesarte que al final este texto terminó gustándome... pero lo que me desanima es que es muy lenteja el proceso de ajuste... y medio cansador...)
Bueno, pero dejando eso de lado: Un abrazo cálido.